Kate Hudson vuelve. Y Running Point es su nuevo Benjamin Barry.

Running Point, su nueva serie, confirma lo que ya sabíamos: nadie es tan L.A. como ella

Hay actrices que marcan una época, y otras que se quedan contigo para siempre. Kate Hudson es de las segundas. Desde Cómo perder a un chico en 10 días hasta hoy, no ha hecho falta que cambie de registro para recordarnos por qué seguimos fascinados con ella: tiene ese equilibrio perfecto entre carisma, autenticidad y estilo que no se entrena. O se tiene, o no.

En Running Point, su nueva serie, vuelve con todo eso intacto. Pero también con algo nuevo: la madurez tranquila de quien ya no necesita demostrar nada. Interpreta a una ejecutiva de la industria deportiva que se mueve entre contratos millonarios, egos XXL y una ciudad, Los Ángeles, que en ella nunca se ve forzada. Es su elemento natural. Y se nota.

El personaje tiene fuerza, pero también sentido del humor. Lleva tacones y sudadera. Es rápida, pero no pierde el control. La mezcla es muy Kate: elegante sin esfuerzo, directa sin parecerlo, siempre un poco por delante de todos.

Visualmente, Running Point también es una carta de amor a L.A.: atardeceres en Mulholland, interiores bien iluminados, despachos de cristal, cafés con mesas fuera y sí, cómo no, smoothies de Erewhon. Porque si hay algo que termina de definir a una auténtica chica de L.A., es poder cerrar un deal importante mientras se toma un Green Goddess con proteína y colágeno marino.

Lo que hace especial a Kate Hudson no es solo cómo actúa, sino cómo es. Es creíble, es magnética y nunca parece actuar para impresionar. Tiene esa energía que no se puede impostar. Lleva años siendo un icono, pero Running Point nos la devuelve en plena forma, como si no hubiese pasado el tiempo. O mejor: como si hubiese aprendido a moverse con él.

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